Esta semana en Mind Tricks echo la vista atrás y repaso la historia del falso entusiasmo: cómo recurrir a personas que fingen alegría se ha convertido en un negocio de millones de euros.
Además encontrarás lecturas sobre los aprendizajes de la pandemia, el poder del triopolio, la disminución de confianza de la sociedad en la tecnología y el problema de los trending topics. Y en mi obsesión de la semana, los ecos del terremoto de la Superliga.
Gracias a todos los que leéis y recomendáis la newsletter. Si aún no estás suscrito, puedes hacerlo aquí:
Breve historia del falso entusiasmo
Cuentan los historiadores que el emperador romano Nerón era muy aficionado a cantar ante multitudes. Por lo que reflejan los textos clásicos, su voz y su talento no estaban a la altura de su posición pero aún así el emperador se apuntaba a todas las competiciones de canto que podía. Obviamente las ganaba todas, porque ningún jurado se atrevía a denegarle el premio y pagarlo con su cabeza. Aún así Nerón no tenía suficiente con los trofeos. El emperador necesitaba el aplauso de la gente, los vítores de las masas, el cariño del público. Para conseguirlos trazó una estrategia simple pero efectiva: los compró.
Nerón comenzó a reclutar a jóvenes para que animasen sus actuaciones y le apoyasen cada vez que cantara. A este grupo los llamó los “Augustiniani” y recibían un salario por acompañar a Nerón a todas su actuaciones, aplaudirle y alabar su talento. Según los historiadores este grupo llegó a alcanzar los 5.000 individuos, conformando un pequeño ejercito de aplaudidores profesionales. Y lo de profesionales va totalmente en serio: los “Augustiniani” recibían entrenamiento para saber cómo, cuándo y cuánto aplaudir.
La historia de Nerón acabó trágicamente, pero los aplaudidores profesionales no murieron con él. En el siglo XVI el poeta francés Jean Daurat se inspiró en su historia para, a cambio de entradas gratuitas, introducir amigos y conocidos infiltrados que aplaudiesen en sus obras de teatro. Con el paso del tiempo esta práctica se extendió por el país y los franceses denominaron a quienes la ejercían “claqueurs”, calificativo que viene de “claque” que significa producir un sonido seco y sonoro.
En 1820 el trabajo de “claqueur” se profesionalizó todavía más y en París se abrió la primera agencia del mundo que gestionaba y proveía aplaudidores profesionales. Ahora los “claqueurs” trabajaban bajo la supervisión de un “chef de claque”, que era el encargado de evaluar su rendimiento e iniciaba el aplauso en el momento adecuado. El “chef de claque” incluso llegaba a reunirse con actores y directores para determinar la ubicación óptima para los “claqueurs” dentro del teatro y exactamente cuándo y cómo debían reaccionar y con qué nivel de entusiasmo
Esta curiosa profesión se fue especializando, adaptándose a las diferentes necesidades de cada obra. Surgieron las “pleureurs”, generalmente mujeres que fingían lágrimas y se llevaban los pañuelos a los ojos y los “rieurs” que se reían a carcajada limpia de las bromas. También los “chatouilleurs” cuyo trabajo era intentar mantener a la audiencia de buen humor y los “bisseurs” que simplemente aplaudían y gritaban “¡Bis! ¡Bis!” para pedir repeticiones.
Como suele ocurrir en todos los trabajos relacionados con engañar, la profesión de “claqueur” rápidamente se llenó de aprovechados y caraduras. Algunos de ellos se convirtieron en “chefs de claque” y en vez de hacer su trabajo, se dedicaban a extorsionar. Para ello contactaban directamente con los teatros y los artistas y exigían dinero a cambio de no aparecer y abuchear sonoramente a los actores y cantantes.
Seguramente debido a ello poco a poco este curioso trabajo fue desapareciendo y para principios del siglo XX su importancia había disminuido considerablemente. Aún así en 2013 aún se podía encontrar un vestigio de los “claqueurs” en el teatro Bolshoi de Moscú donde, según cuenta este artículo del New York Times, un tal Mr. Abramov se encargaba de organizar a los aplaudidores profesionales en connivencia con los bailarines.
Estos fenómenos de falso entusiasmo remunerado tienen todo el sentido del mundo si te paras a pensar como nos comportamos los seres humanos. Muy a menudo las personas hacemos y creemos ciertas cosas basándonos solamente en el hecho de que muchas otras personas hacen y creen en esas mismas cosas. Es lo que se ha denominado “sesgo de conformidad” y el trabajo de los generadores profesionales de entusiasmo es aprovecharse de él para dirigir a una audiencia hacia el resultado que busca la persona que paga.
El “sesgo de conformidad” ha despertado la curiosidad de centenares de investigadores que buscan entenderlo y explorarlo. Seguramente los experimentos más conocidos al respecto los llevó a cabo el psicólogo Solomon Asch durante los años 50, que buscaba demostrar como los grupos presionan al individuo e influyen en su comportamiento. En este vídeo puedes ver un breve ejemplo de ello.
Experimentos similares se han repetido en todo el mundo y la tasa de error es siempre la misma: entre el 20 y el 40% de las ocasiones los sujetos buscan amoldarse al resto del grupo. Y eso considerando que, como has visto, se trata de una tarea muy sencilla y obvia. Los experimentos de Asch demostraron además que se encuentra menos conformidad cuando los sujetos saben que los demás no van a ver sus respuestas y en cambio, una alta conformidad cuando si las ven. ¿Qué quiere decir esto? Que las personas tendemos a estar de acuerdo con el grupo si sabemos que nos están observando incluso cuando pensamos, o incluso sabemos, que los demás están equivocados.
El sesgo de conformidad es lo que da sentido a la estrategia de Nerón y los directores y artistas que recurrían a los servicios “claqueurs”. Si quieres asegurarte de que tu obra se lleve una ovación contrata algunos aplaudidores profesionales, porque cuando comiencen a aplaudir el resto de la audiencia seguramente les seguirá. Y si bien es cierto que los “claqueurs” han desaparecido, su espíritu siguió vivo al llegar la televisión. Porque ¿qué son las risas enlatadas de las comedias o el público en directo en los programas sino “claqueurs” del siglo XX que nos indican como hemos de reaccionar ante lo que estamos viendo?
Aunque seguramente la llegada de Internet, como ha ocurrido con otras profesiones, ha supuesto el punto álgido de este oficio. Nunca en la historia la generación de falso entusiasmo ha generado tanto dinero e interés. Para comprobarlo basta con que teclees “buy reviews” en el buscador de Google: más de 5.000 millones de resultados te esperan al otro lado.
Sólo en Amazon, se calcula que ahora mismo entre el 35 y el 40% de las reseñas son falsas. Y para que puedes hacer el cálculo, el precio de una reseña falsa en el gigante del comercio online puede oscilar entre 15€ (si la compras de manera individual) y 9€ (si compras 1.000). Pero no solo Amazon tiene un serio problema con las “fake reviews”. También lo tienen Airbnb, TripAdvisor o Trivago. Y la industria del cine. Y la industria del videojuego, aunque en este caso muchas veces los culpables son las propias compañías.
La generación de falso entusiasmo en forma de falsas reseñas es una industria que mueve millones de euros y que nunca ha tenido más importancia que en el momento actual, porque nunca ha sido tan fácil conocer la opinión de los demás y nunca tantos consumidores han guiado sus decisiones por lo que hacen (o dicen que hacen) otros. Un estudio de Canvas8 en el Reino Unido mostraba que un 50% de los consumidores consideran las opiniones de otros compradores el segundo factor más importante a la hora de comprar un producto y por ello calculaba que el consumidor medio malgasta al año unos 72€ debido a las reseñas falsas.
En un último giro de guión y en lo que supone un guiño a la breve historia del falso entusiasmo, una nueva tendencia ha surgido en los últimos años. Si en el pasado los aprovechados que trabajaban como aplaudidores profesionales extorsionaban a los teatros amenazando con abuchear sus obras, ahora en Internet los aprovechados se dedican a abuchear productos y servicios. La mayoría lo hacen, como no, por intereses económicos: vendedores que quieren hundir a la competencia y para ello inundan las reseñas de sus productos de comentarios negativos, o contratan a alguien para que lo haga por ellos.
Pero otros lo hacen simplemente por hacer daño a algo que detestan: han descubierto el poder de una mala reseña y lo utilizan de manera organizada para que fracase comercialmente. Es lo que se denomina “review bombing” y aunque ha afectado sobre todo a películas y videojuegos, comienza a extenderse a otras industrias.
Como has podido leer la historia del falso entusiasmo es breve pero intensa. Y a pesar del ego de Nerón y la desaparición de los “claqueurs”, con la llegada de internet está más viva que nunca.
* Si te interesa leer más sobre el sesgo de conformidad, hace un tiempo escribí un artículo sobre ello que se puede leer aquí.
1) Aprendizajes de un año de pandemia
Si por algo me gusta leer todo lo que escribe Morgan Housel, es por su capacidad de analizar la realidad huyendo de lo concreto y detectando patrones generales. Como él mismo argumenta, los aprendizajes muy específicos se quedan obsoletos enseguida. En este caso habla sobre lo que podemos aprender de este año en el que el mundo ha estado inmerso en una pandemia global y todos hemos tenido que adaptarnos a un contexto totalmente diferente.
“Carl Richards dice "El riesgo es lo que queda cuando crees que has pensado en todo". Si algo aparece en las noticias, la gente está pensando en ello. Si están pensando en ello, están al menos parcialmente preparados para ello. Y si están preparados para ello, su daño es menor cuando llega. Son las cosas sorprendentes las que realmente mueven la aguja y se convierten en uno de los pocos eventos en los que puedes mirar hacia atrás y decir, "eso era todo lo que importaba". Pearl Harbor, 11 de septiembre, Covid-19. El denominador común más importante de estos eventos no es que fueran grandes, es que fueron sorpresas.”
-
2) Crece el poder del “triopolio”
El Wall Street Journal explica en este artículo los increíbles beneficios que ha reportado la pandemia al trío de compañías digitales más poderoso del mundo: Google, Facebook y Amazon. Entre los tres ya reciben más del 50% de lo que se invierte en publicidad en Estados Unidos y no hablamos solo de publicidad digital, sino de más de la mitad del presupuesto total destinado a anuncios del país.
“El crecimiento en publicidad digital del año pasado se produjo debido a la reducción de cualquier otro tipo de gasto publicitario, con caídas de dos dígitos en televisión, periódicos y vallas publicitarias. Y estas ganancias fluyeron en gran medida hacia los gigantes tecnológicos en lugar de a las webs de medios digitales. El triopolio aumentó su cuota de mercado en publicidad digital en EEUU del 80% en 2019 a casi un 90% en 2020.”
-
3) Disminuye la confianza en la tecnología
Pero no todo son buenas noticias para las empresas tecnológicas. La confianza de la población en ellas está cayendo en picado, sobre todo en Estados Unidos. En el Edelman Trust Barometer de 2021, que recoge la opinión de ciudadanos de 27 países, se observa claramente que hay un pronunciado cambio de tendencia en la opinión pública. Este cambio, como bien apunta Axios, puede tener consecuencias.
“En los EEUU la confianza en el sector tecnológico se ha reducido de manera vertiginosa, cayendo nueve puntos hasta un mínimo histórico de 57. La alta estima pública ha ayudado a proteger a la industria tecnológica de las críticas y los reguladores, pero este escudo se está debilitando.”
-
La primera vez que hablé de NFTs en Mind Tricks, lo hice señalando que su valor giraba en torno a la importancia que las personas otorgamos a un bien escaso. Scott Galloway está de acuerdo con ello y en su blog analiza este fenómeno desde este punto de vista, añadiendo además otro elemento fundamental a la ecuación: la confianza.
“La escasez explica más que los NFTs. Todas las criptomonedas se basan en ella. El atractivo de Bitcoin como reserva de valor es una función de su escasez, ya que tiene un límite incorporado de 21 millones de monedas. Compara eso con el dólar: casi el 30 por ciento de la oferta monetaria de Estados Unidos se ha creado a partir de 2020.”
-
5) El problema de los Trending Topics
Charlie Warzel es otro periodista reconocido que da el salto a Substack. Charlie escribía en el New York Times sobre Internet y su “glorioso caos” como el mismo lo define, y ahora lo hará en su propia newsletter llamada “Galaxy Brain”. La primera entrega se la dedica a los problemas que generan los Trending Topics de Twitter y como esta funcionalidad fomenta el odio y la desinformación en las redes sociales, convirtiendo esta red social en un juego en el que nunca puedes ganar.
“Los Trending Topics de Twitter solo parecen exacerbar las peores tendencias de la red (...) Y nada de esto es nuevo. Durante años, Twitter ha permitido que los Trending Topics se convirtieran en un pozo negro de desinformación. Los teóricos de la conspiración y los trolls han secuestrado hashtags y manipulado temas de tendencia para sembrar confusión e inyectar ideas peligrosas en el discurso dominante.”
La “americanización” del fútbol
El tema de la semana en el mundo del deporte ha sido, sin duda alguna, la Superliga Europea. El anuncio (y la inmediata debacle) de una competición alternativa promovida por 12 de los equipos más importantes de Europa ha supuesto todo un terremoto para el fútbol. Se han producido decenas de artículos y tertulias sobre el tema, con enemigos declarados anunciando que es el “fin del fútbol” y fervorosos defensores proclamando que podría ser la salvación del deporte rey.
Más interesante que las opiniones subjetivas y el debate encarnizado, es intentar entender cómo hemos llegado a esta situación. Por eso me ha encantado este vídeo del canal de Youtube “QuickTake Originals” de Bloomberg, en el que con un timing increíble (menos de una semana antes del anuncio de la Superliga), exploran uno de los posibles motivos: la “americanización” del fútbol inglés.
Queda claro que los inversores americanos ven en la adquisición de equipos ingleses una buena inversión y con sus compras, traen la visión americana del deporte a Europa. Un deporte entendido como negocio y espectáculo, pero que entiende poco de tradición (a las franquicias deportivas americanas no les tiembla el pulso en cambiar de ciudad si creen que podrán hacer más beneficios). Acabe siendo realidad o no (ahora mismo parece que fracasará) es interesante conocer que este choque cultural es, seguramente, uno de los principales motivos por los que la idea de crear una Superliga Europea ha cogido fuerza en los últimos años.
Si te ha gustado este Mind Tricks ¡Compártelo!
Si tienes algún comentario o sugerencia puedes enviar un mail a:
mindtricksmail@gmail.com
Diseño: David Núñez