No ha sido intencionado, pero el Mind Tricks de esta semana parece un homenaje al Blue Monday: vas a encontrar lecturas sobre el auge de los “Confusopolios”, la crisis de los medios tradicionales, el frenazo de la industria de los videojuegos y el progresivo avance de la soledad. Y en mi obsesión de la semana, el contrato social se resquebraja.
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1) El auge de los “Confusopolios”
Una de las ventajas principales de hacer publicidad siempre ha sido su efecto en la reducción de la elasticidad precio de la demanda. Por norma general, las marcas fuertes (muy presentes en la mente del consumidor) resisten mejor la subida de precios y la demanda de sus productos se resiente menos cuando esto sucede. Para que esta teoría funcione es necesario que la mayoría de los clientes sean conscientes de los precios de los bienes y servicios y de sus cambios. Pero ¿qué ocurre cuando los precios son confusos por diseño? Faris escribe en WARC sobre el auge de lo que él llama “Confusopolios”: empresas y sectores que desde hace años han modificado su estructura de precios gracias a las herramientas digitales para que sea muy complicado saber cuál es el precio real de sus productos.
“En la década de 1870 los precios fijos comenzaron a surgir en el comercio minorista. Antes de eso, la gente con más tiempo que dinero regateaba y la gente con más dinero que tiempo pagaba más para no tener que hacerlo. (...) A medida que el comercio se convirtió en algo masivo, se hizo cada vez más difícil que el minorista regateara de manera eficiente, por lo que la idea de los “precios fijos” se estableció como norma que ayudaba a simplificar los procesos. (...) Pero hoy en día muchas empresas están renunciando a ellos porque no están alineados con la maximización del valor para los accionistas. A la hora de fijar sus precios muchas compañías (aerolíneas, ecommerce, seguros) están recurriendo a “Dark Patterns” para extraer hasta el último euro de cada cliente.”
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2) La crisis de los medios tradicionales en 28 diapositivas
Doug Shapiro es un consultor independiente y experto del mundo de los medios de comunicación, que ha ocupado puestos clave en departamentos de estrategia de compañías tan importantes como Time Warner. He descubierto su newsletter hace poco y es fantástica. En este caso, Doug ha recopilado 28 diapositivas que resumen el estado actual del mundo de los medios tradicionales y cómo la crisis que les asola desde hace años es cada vez más profunda.
“En conjunto, estos 28 charts cuentan una historia sobre el estado actual de los medios y su evolución, especialmente centrados en el video. Y en general muestran una industria en crisis, sobre todo para los medios tradicionales. El tiempo que las personas le dedicamos a los medios se está estancando, lo que limita su crecimiento. La atención se está fragmentando a medida que los medios tradicionales pierden cuota frente a los medios utilizados por los creadores de contenido. Las plataformas con una escala masiva dominan cada vez más este negocio. (...) Y todos estos son los indicadores más tardíos de la última disrupción: la caída de las barreras de la distribución (Internet). En el horizonte se avecina otra disrupción: la caída de las barreras de la creación (La Inteligencia Artificial).”
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3) La industria del videojuego frena en seco
Entre 2011 y 2021, la industria del videojuego experimentó un auge espectacular a nivel global: los ingresos crecieron el doble que en las dos décadas anteriores. Pero esa ola se ha detenido de repente y durante estos 3 últimos años apenas ha crecido, contradiciendo la gran mayoría de los pronósticos. Aunque muchos expertos esperaban una pequeña desaceleración tras la pandemia, nadie podía imaginarse este frenazo. Más teniendo en cuenta que el gasto en otras formas de entretenimiento como los libros o la música ha seguido creciendo. ¿Qué ha ocurrido? Matthew Ball hace un profundo análisis en una exhaustiva presentación de más de 200 diapositivas, que disecciona la industria y explica las causas de este sorprendente parón.
“Las fuentes de crecimiento que alimentaron la industria del videojuego durante más de una década e hicieron crecer el número de jugadores, el tiempo medio de juego y el gasto, se han agotado. Hoy es mucho más complicado atraer a nuevos usuarios dispuestos a gastar una pequeña fortuna en juegos de móviles o aumentar todavía más el tiempo medio de juego. Esto ha coincidido con una evolución del comportamiento de los usuarios y con cambios en los modelos de monetización, lo que ha disparado la escalada competitiva ya existente y con ello el presupuesto de la producción de los videojuegos. Como resultado, muchos estudios independientes han tenido que cerrar por falta de financiación y las grandes compañías del sector llevan batiendo récords de despidos año tras año desde 2022.”
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4) Siempre hemos estado distraídos
Joe Stadolnik publica aquí un artículo de mi género preferido: analizar lo que pensamos hoy en día sobre un tema y compararlo con lo que han pensado las personas a lo largo de la historia sobre ese mismo tema, para descubrir que muy poco ha cambiado en la mente del ser humano con el paso del tiempo. Si bien la humanidad avanza y la tecnología nos permite hacer cosas inimaginables hace apenas 50 años, nuestros miedos, creencias, filias y fobias tienden a mantenerse estables en el tiempo. En este caso Stadolnik afronta uno de los temas del momento, la capacidad que tiene la tecnología del entretenimiento para distraernos, y lo compara con lo que pensaba la gente cuando otras tecnologías revolucionarias (los libros, la televisión, etc) llegaron de manera masiva a las personas. ¿La conclusión? El ser humano siempre ha criticado todo lo que nos distrae, lo único que ha cambiado es el qué.
“Sumergirse en libros y novelas ha sido resignificado actualmente como una práctica virtuosa: el hábito y la prueba de una mente sana. Sin embargo, esta misma práctica fue tildada de enfermedad en el pasado. (...) Don Quijote reflejaba al lector patológico, tan cautivado por sus libros de romance que su mente olvida la realidad. A principios del siglo XVIII, cuando más mujeres y una clase media en auge comenzaron a leer novelas, se lanzaron advertencias sobre sus efectos nocivos para la salud. A principios del siglo XIX era común leer sobre los peligros de la lectura de novelas y se decía que eran «una de las grandes causas de los trastornos nerviosos» y una amenaza para la «mente femenina». (...) Es curioso cómo en épocas tan diferentes se ha identificado el mismo diagnóstico: “Vivimos en una era de distracción, casi con toda seguridad la más grave en la historia de la humanidad”, y luego se han llegado a conclusiones totalmente opuestas sobre lo que eso significa.”
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5) El progresivo avance de la soledad
Derek Thompson escribe en The Atlantic un largo artículo en el que profundiza en una realidad preocupante: los estadounidenses pasan hoy más tiempo solos que nunca. Derek explica que este cambio progresivo viene de lejos, y que poco a poco puede estar modificando la personalidad de la gente, sus ideas políticas e incluso su percepción y relación con la realidad. En el artículo se citan numerosos estudios y se buscan las razones por las que esta tendencia no ha parado de acelerarse desde finales de los años 70. Si bien parte de lo que cuenta es consecuencia directa de las características de ese país, otra parte es perfectamente aplicable a muchos otros lugares, España incluida.
“Entre 1985 y 1994, la participación activa en organizaciones comunitarias se redujo casi a la mitad. El descenso fue sorprendentemente amplio y afectó a casi todas las actividades sociales y a todos los grupos demográficos. ¿A qué se debió? Klinenberg, sociólogo, apunta a un cambio en las prioridades del gobierno: durante la década de los 70 se redujo drásticamente la construcción de espacios públicos. (...) Mejorar la infraestructura pública que permite socializar a la gente no resolvería todos los problemas, pero la degradación de los espacios públicos (y de la vida pública en general) es, en cierto modo, la otra cara la moneda de todas nuestras inversiones en videojuegos, smartphones y espacios privados más grandes y mejores. (...) Marshall McLuhan, sociólogo de la comunicación, dijo una vez sobre la tecnología que cada progreso es también una amputación. Hemos elegido mejorar nuestro mundo digital sin darnos cuenta de la importancia de lo que se estaba amputando para conseguirlo.”
El contrato social se resquebraja
Los jóvenes no quieren tener hijos. Los jóvenes sólo quieren ser funcionarios, no quieren emprender o trabajar para la empresa privada. Los jóvenes cada vez tienen más depresión. Los jóvenes votan a partidos con ideologías extremas. Etc, etc, etc.
Titulares como éstos los vemos constantemente en los medios, que hablan sobre repentinas “tendencias” que le están ocurriendo a la juventud, como si se tratase de un virus que afecta únicamente a los menores de 30 años. En “la idealización de la debacle” ya hablé sobre cómo la obsesión que tienen los medios de comunicación y el marketing por las diferencias generacionales está ocultando la realidad: desde hace más de dos décadas los jóvenes se enfrentan a un contexto objetivamente peor que el de sus padres, y muchos de ellos tendrán una calidad de vida más baja. Scott Galloway lo explica mejor que yo:
“Imagínate decirle a una generación entera que tienen que trabajar a tiempo completo para no tener nunca una casa propia, ni coche propio, ni vacaciones pagadas, ni seguro médico, ni bajas por enfermedad, ni horas extras remuneradas, ni ahorros, ni jubilación, y apenas proyecto de futuro, y luego quejarte de que no quieren trabajar”.
La cita es de ésta fantástica charla de hace unos meses, en la que Scott desgrana cómo Estados Unidos está destruyendo el futuro de los jóvenes. Ha acumulado ya casi 7 millones de reproducciones.
Pero no se trata de un fenómeno limitado a Estados Unidos, sino de carácter global. Hace unos días Bloomberg publicó este vídeo explicando cómo muchos jóvenes chinos están boicoteando el sistema de pensiones de su país porque no esperan cobrarlo y difícilmente pueden vivir con lo que ganan. Estamos experimentado cómo el contrato social se rompe poco a poco y claramente los primeros en sentir los efectos son los jóvenes. Las consecuencias son difíciles de predecir, pero lo que es seguro es que no serán “tendencias” espontáneas, sino el resultado de vivir en un mundo que ha cerrado los ojos ante el problema y continúa repitiéndose a sí mismo que todo sigue igual de bien que siempre.
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Hace unas semanas vi la charla de Galloway y me encantó. Ahora su newsletter del viernes es lectura obligada.
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