Esta semana hay que hablar de Facebook. La compañía de Zuckerberg ha sido acusada oficialmente de monopolio en Estados Unidos y es interesante conocer que argumentan para hacerlo. Además lecturas sobre la mala situación que afrontan las salas de cine, la realidad del poder adquisitivo de los millennials y la longevidad de los negocios en Japón. Y al final, la historia de Dave Chapelle contada por él mismo.
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Es el turno de Facebook
Esta semana iba a dedicar Mind Tricks a Facebook. Ya tenía prácticamente escrito el tema de la semana, con título incluido: Facebook Rewind. Consistía en un repaso del 2020 desde la perspectiva de la empresa de Zuckerberg y cómo, a pesar de todo lo que ha ocurrido, la compañía no había tenido un mal año. Pero el miércoles por la noche (primera hora de la tarde en EEUU) mi plan saltaba por los aires: la Comisión Federal de Comercio (FTC) y un grupo de fiscales de 40 estados presentaban sendas demandas acusando a Facebook de monopolio.
Estas demandas no han sido una sorpresa. Los medios llevaban meses informando sobre que Facebook estaba siendo investigado por sus prácticas monopolísticas y Zuckerberg ya estuvo obligado a declarar en julio ante una comisión del congreso por este mismo motivo. Pero que está acusación salga en diciembre, en medio del cambio de presidentes y con un foco tan concreto sí que ha provocado cierto asombro. Porque la FTC lo dice alto y claro: Facebook ahoga a la competencia comprándola.
“Tras derrotar a su rival Myspace y lograr una posición de monopolio, Facebook ha pasado a jugar a la defensiva utilizando medios anti-competitivos. Después de identificar dos importantes amenazas competitivas a su posición dominante, Instagram y WhatsApp, Facebook se propuso eliminar estas amenazas comprando las empresas. Esta estrategia es fiel a la opinión que el CEO Mark Zuckerberg expresó en un correo electrónico en 2008 "es mejor comprar que competir”.” Demanda FTC
Que varios años después de las compras de ambos productos (Instagram en 2012, WhatsApp en 2014) gran parte de la acusación de monopolio se centre en ellas es, cuanto menos, llamativo. Y no sólo me lo parece a mí, también le sucede lo mismo a la dirección de Facebook. En su comunicado ante las demandas, su respuesta se basa fundamentalmente en calificar a las acusaciones de “revisionismo histórico”.
“La FTC y los fiscales generales estatales atacan hoy dos adquisiciones que hicimos: Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014. (…) Ambas adquisiciones fueron revisadas por los reguladores antimonopolio pertinentes en aquel momento. La FTC llevó a cabo una "segunda revisión" en profundidad de la compra de Instagram en 2012 antes de votar por unanimidad para aceptarla. La Comisión Europea revisó la transacción de WhatsApp en 2014 y no encontró ningún riesgo de dañar a la competencia en ningún mercado.”
Jennifer Newstead, Vicepresidenta de Facebook
Éste será uno de los caballos de batalla de la defensa de Facebook ante las demandas. La red social cree firmemente que estas compras fueron revisadas y aprobadas, y que no tiene ningún sentido volver a ellas ahora. Pero como señala Tim Wu, hay una gran diferencia entre “aceptar las adquisiciones” y no hacer nada para impedirlas. Los organismos reguladores no actuaron en su momento, pero nada les impide actuar ahora.
Otro de los argumentos de Facebook para desestimar las acusaciones de ahogar a la competencia es que las compañías que la red social compró en su momento no son las mismas que hoy en día, y que su éxito actual se debe a la inversión y esfuerzo que Facebook ha puesto durante estos años en ellas. Juzgar estas compras por el poder actual de ambas empresas es engañoso, alegan.
“Cuando Facebook compró Instagram, tenía alrededor del 2% de los usuarios que tiene hoy, solo 13 empleados, ningún ingreso y prácticamente no tenía infraestructura propia. Era una de las muchas aplicaciones para compartir fotos en el móvil y tan solo una de las muchas aplicaciones que compiten por el tiempo y la atención de las personas. WhatsApp no es diferente. (…) su producto tenía muy poca presencia en los EEUU.”
Jennifer Newstead, Vicepresidenta de Facebook
Es cierto que en aquel momento casi nadie supo ver el potencial que ambos productos podían tener y muchos criticaban a Facebook por pagar demasiado por estas aplicaciones. Pero también es cierto que, como señala una de las demandas, la compañía de Zuckerberg contaba con la ventaja de Onavo.
Onavo era una aplicación que ofrecía a sus usuarios servicios de VPN (redes privadas) y de compresión de datos. Hasta aquí todo bien. El problema es que Onavo también se dedicaba a otra cosa: analizar el uso que sus usuarios hacían de su móvil. Desde que otras aplicaciones usaban y cuánto tiempo pasaban en ellas hasta dónde lo hacían, Onavo tenía acceso a información muy interesante para los desarrolladores y las empresas digitales.
Ésta es la principal razón por la que Facebook llegó a un acuerdo de colaboración con la compañía en abril de 2013 y la acabó comprando en octubre de ese mismo año por 115 millones de dólares. Onavo permitía a Facebook escanear el mercado de aplicaciones y detectar quién estaba creciendo. En palabras de Javier Olivan, el Vicepresidente de Facebook encargado del área de crecimiento en aquel momento:
“Onavo es realmente útil para identificar objetivos de adquisición. Tiene sentido estratégicamente, ya que resuelve el problema de datos del mercado móvil 10 veces mejor que cualquier otra alternativa, y ya sabes lo importante que se vuelven estos datos cada vez que tenemos preguntas sobre el uso y la competencia.” Javier Olivan
Tras su compra, el equipo de Facebook utilizaba los datos de Onavo para generar informes que identificaban las aplicaciones que estaban ganando protagonismo en el ecosistema móvil y destacaban sobre el resto. En base a estos informes, la compañía tomó la decisión de comprar WhatsApp por 19.000 millones de dólares.
A este hecho hay que sumarle las políticas restrictivas que Facebook impuso durante años a todas las aplicaciones que querían comunicarse con la red social para obtener o enviar datos. La compañía de Zuckerberg solo permitía el acceso a su plataforma a cambio de que las aplicaciones que se conectasen con sus productos se comprometieran a no desarrollar ninguna funcionalidad que compitiera con ellos. Esta política no se detuvo hasta que Facebook empezó a ser investigado por monopolio.
Si tenemos en cuanta Onavo, las políticas restrictivas y varios mails internos donde altos cargos de Facebook, incluido el propio Zuckerberg, reconocen que comprar a rivales es la mejor manera de neutralizar a la competencia, comienza a vislumbrarse un plan. Y este plan es algo más que comentarios entre directivos, desarrollo de producto y visión de mercado. Más bien se parece sospechosamente a una estrategia para acabar con la competencia aprovechando los recursos de los que dispone la empresa dominante del mercado.
Si el caso prospera, la FTC tiene una solución clara para el monopolio de Facebook: separar WhatsApp e Instagram de su comprador y reactivar la competencia en el mercado de las redes sociales. Pero aún es pronto para saber que pasará. Lo que es seguro es que estas demandas van a desembocar en una larga batalla legal, porque Facebook lleva mucho tiempo preparándose para defenderse de esta acusación.
Ejemplo de ello es su obsesión de estos últimos años por unificar sus 3 principales productos, Facebook, Instagram y WhatsApp, tanto a nivel de marca como de servicios de mensajería e infraestructura interna. El objetivo de la dirección de Facebook con este movimiento es que, independientemente del resultado del caso, sea técnicamente muy complicado separar los tres productos. Esto le serviría para negociar otro tipo de resolución más amable para la compañía y no perder Instagram, que de momento es su mejor apuesta de futuro.
Como digo, aún queda mucho para conocer el resultado de estas demandas, pero en sí mismas ya significan algo importante. Si el caso anti-monopolio contra Google que se confirmó hace unas semanas (del que ya hable aquí y aquí) fue el pistoletazo de salida, el caso contra Facebook es otro paso firme hacia el fin de dos décadas de libertad absoluta para las empresas digitales en Estados Unidos. Durante 20 años los gigantes de Silicon Valley han tenido barra libre para conquistar el mundo con sus productos y servicios mientras su gobierno miraba para otro lado y no se planteaba ninguna regulación. Parece que esa época está llegando a su final. Primero ha sido Google, hoy es el turno de Facebook. Mañana, quién sabe.
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Si quieres saber más sobre el caso de monopolio contra Facebook, en este hilo de Twitter estoy añadiendo los aspectos más relevantes de las demandas y enlaces de interés.
Warner ha decidido que en 2021 sus películas se estrenarán de forma simultánea en cines y en HBO Max para sus suscriptores en Estados Unidos. Y no estamos hablando de lanzamientos con poco interés, sino de blockbusters de la talla de Dune o Matrix 4. Mark Ritson analiza lo que supondrá este movimiento para las salas de cine y que sucederá con el comportamiento de los espectadores tras la pandemia.
“Una vez que vuelva a ser seguro, la mayoría de los consumidores probablemente volverán a las salas de cine para su dosis semanal de entretenimiento en 2021 o 2022. Pero el comportamiento del consumidor es solo una de las variables en la ecuación a largo plazo que, en última instancia, predecirá el futuro del cine. Con las cadenas de cines cerrando muchas de sus salas o, en muchos casos, cerrando sus negocios por completo, el acceso a los cines simplemente no será el que era antes de la pandemia.”
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Scott Galloway analiza en su blog una de las principales consecuencias del Covid-19, “la gran dispersión”. La pandemia ha ocasionado que muchas de las cosas que antes hacíamos juntos (comprar, trabajar, divertirnos) ahora las hagamos separados. Y si bien esto tiene efectos positivos para muchas empresas (Amazon, Zoom, Netflix), no está tan claro que sea positivo para la sociedad en general.
“Si bien esta dispersión tiene beneficios tangibles, también tiene el poder de erosionar nuestros ya debilitados lazos de comunidad y cooperación. La oficina es más que un lugar de trabajo, es un igualador, como dijo Esther Perel. Conocer gente de diferentes orígenes, encontrarse con alguien junto a la máquina de café, comer con alguien que apenas conoces: las conexiones casuales son aspectos de la oficina que muchos echamos de menos.”
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3) La curva de adopción de las ideas
Una reflexión muy interesante de Ben Thompson en su newsletter, ¿puede aplicarse la curva de adopción de la tecnología a la aceptación de ideas? Ben intenta explicar porque es importante conocer los diferentes tipos de públicos a los que te enfrentas cuando escribes algo y, sobre todo, quien está dispuesto a pagar por ello.
"Los entusiastas, ahora en Twitter en su mayor parte, generan y debaten ideas de forma gratuita, mientras que el dinero real, al menos desde la perspectiva de un ingreso promedio por usuario, está con los visionarios. Aquí es donde el modelo Substack tiene más sentido. (…) La realidad es que en Internet las ideas abundan, y la gente buscará aquello con lo que ya está de acuerdo en lugar de aceptar lo que se le entrega”.
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4) ¿Estás seguro de que tu público objetivo son los Millennials?
Ya he hablado alguna vez en Mind Tricks de lo ridículo que es definir unas características de comportamiento determinadas a todas las personas que han nacido en un periodo concreto, sea cual sea. Pero lo que sí tiene sentido es conocer el poder adquisitivo de las diferentes generaciones. En este artículo ilustran con datos e infografías la enorme diferencia de riqueza que existe entre los Millennials (nacidos entre 1981-1996) y el resto de generaciones anteriores en Estados Unidos.
“Los Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964) poseen más de la mitad de la riqueza de los hogares estadounidenses en 2020. Con 59 billones de dólares, esta generación tiene más de diez veces la cantidad de riqueza que posee un Millennial medio.”
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5) El 40% de los negocios de más de 100 años están en Japón
Este fantástico artículo del New York Times explora la sorprendente longevidad de los negocios japoneses. Con 140 negocios con más de 500 años de vida e incluso 19 que afirman que su existencia se remonta a más de un milenio, el reportaje intenta explicar los motivos por los que las empresas japonesas perduran tanto en el tiempo.
“Si nos fijamos en los libros de texto de economía, se supone que las empresas deben maximizar sus beneficios, aumentar su tamaño, su cuota de mercado y su ratio de crecimiento. Pero los principios operativos de estas empresas son completamente diferentes, su prioridad número uno es continuar el negocio. Cada generación es como un corredor en una carrera de relevos. Lo importante es pasar el testigo ".
Dave Chappelle y las buenas historias
Dave Chappelle es un cómico estadounidense que, en 2003, lanzó un programa de sketches en el canal Comedy Central. En sus primeras dos temporadas,“Chappelle’s Show” encandiló a crítica y público y supuso un enorme empujón para los espectadores y los ingresos de la cadena. Pero algo ocurrió durante la grabación de la tercera temporada. Hay diferentes versiones de la historia: algunos cuentan que Chappelle no estaba de acuerdo con la dirección que estaba tomando el show, otros que la repentina fama le estaba afectando y otros que el ambiente de trabajo en Comedy Central era terrible. Incluso las 3 a la vez.
Sea como fuese, Chappelle y Comedy Central terminaron de malas maneras. El conflicto entre ambos se agravó en 2006: la cadena decidió emitir una tercera temporada del show con lo que se había podido grabar con Chappelle y algo de material nuevo. Dave avisó al canal que si su trabajo salía a la luz sin que él pudiese terminarlo, cerraría la puerta definitivamente a una posible vuelta. Comedy Central le ignoró y bajo el nombre de “The lost episodes”, emitieron los 3 capítulos finales de “Chappelle’s Show”. Tras este incidente, Dave se alejó durante años de la escena pública salvo algunas breves apariciones en shows y programa de televisión.
Finalmente en 2013 volvió a hacer comedia en directo, llevando a cabo tours por todo el país. A pesar de su descanso, la fama de Chappelle seguía intacta o incluso había aumentado. Sus giras eran todo un éxito y en 2016 firmó un acuerdo con Netflix para emitir varios especiales de comedia en su plataforma. Hace unos días, Chappelle subió este fragmento de una de sus últimas actuaciones a Instagram. Son 18 minutos, pero merecen la pena.
Si conoces a Dave Chapelle y su comedia, habrás notado un cambio. En este monólogo hay muchas menos bromas que de costumbre (casi ninguna, de hecho). Pero su capacidad para contar historias está a otro nivel. Y en este caso es la suya propia: la historia de un joven humorista al que le arrebatan lo que es suyo en varios momentos de su vida. Chapelle hila varias anécdotas y vivencias personales para explicar su carrera y cómo ha llegado al momento actual. También cuenta lo que ocurrió con Comedy Central y de “Chappelle’s Show”. Y finalmente, en un remate brillante, lo que puede ocurrir en el futuro.
“I can just take it”.
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Diseño: David Núñez